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Florilegios y otras Heterodoxias

PEDAGOGÍA, entre la Ciencia y la Dialéctica

 

Atisbar entre los vericuetos teóricos de la ciencia para validarla, supone traspasar las fronteras de aquello que la sustenta y la valida: la dialéctica. No obstante, todo esfuerzo por la explicitación de lo que construimos por medio del formalismo exige un claro acercamiento al empirismo pues es allí, donde la realidad se pragmatiza, se reconstruye y transforma.

“Porque, a decir verdad, no tenemos el menor conocimiento acerca de una supuesta correspondencia ontológica entre categorías científicas y estructuras de la realidad”[1].

 
A lo largo de la historia, se ha tratado de analizar, interpretar y conceptualizar el fenómeno educativo. Todos los esfuerzos apuntan a la revalidación de los presupuestos que cada Sociedad le otorga al proceso y que dependen de ámbitos interdependientes pero no autónomos como: el sistema político, la religión, la economía entre otros. Este fenómeno es el que regula la permanencia del conocimiento, la transformación de los sujetos y la evolución de particularidades de otro orden como la lingüística, el arte… la arquitectura. La Pedagogía como ciencia, esboza de forma organizada y sistemática un conjunto de métodos y saberes que confluyen en el mismo objetivo     ̶  enunciado anteriormente  ̶   pero esto, no es suficiente para llevar a cabo tan trascendental propósito. Las estructuras de la Pedagogía son más complejas, tanto que las interrelaciones entre todos los nodos que la constituyen, pueden articularse sí y sólo sí, apelan a una función más pragmática, más sensible y medible: La dialéctica. Y es que en su  dinámica, en su constante interacción  con los sujetos logra sustraerse de toda perversión teórica   ̶   Por que así es que la ciencia exhibe el objeto de estudio, donde preconiza y ensalza al Método arrastrando todo al caos generado por la desintegración de sus partes. A esto denomino la “perversión teórica”̶   para dejarse conocer en sus más básicas ejecuciones, en sus más nobles movimientos, donde se acerca más a la naturaleza del hombre.

Los métodos empírico – analíticos únicamente toleran un tipo de experiencia, definida por ellos mismos. Tan sólo la observación controlada de un determinado comportamiento físico, organizado en un campo aislado en circunstancias reproducibles… parece permitir juicios de percepción validos de manera intersubjetiva[2].


Otro aspecto profundamente ligado a la dicotomía enunciada, es el de la historia. La continuidad de un proceso tan antiguo como la misma humanidad, es excepcionalmente único. Aquí podemos afirmar que las construcciones signicas del fenómeno continúan en un movimiento uniformemente acelerado, cambiante; no armónico sino dinámico; pues el sentido y la finalidad de la educación no se pueden reconocer según Dilthey, más que a partir de la “vida”.

            “Es sólo a partir del sentido de  la vida que se puede deducir el de la educación… Aquello que el hombre es y lo que él quiere, lo aprende en desarrollo de su ser a través de tiempo, pero no puede jamás definirlo de una vez por todas, de una manera universal”.[3] 

 

Si la pedagogía pudiese deliberar en torno a sus propios conceptos y extraer así misma una reflexión independiente fundada en la Ciencia y a través de la dialéctica, quizá alcanzaría el culmen de su propia verdad. No dependería de individualidades o acercamientos sino que establecería una “filosofía propia” de la “educación y la vida” sobre la que se cimentaría todo su engranaje. La exactitud de la Ciencia atenta contra el movimiento dinámico del hombre y todos los fenómenos que lo transversalizan; y la laxitud de la dialéctica agrede todo intento por la formalización, estructuración o acoplamiento de todas las posibilidades de las emociones humanas sujetos al fenómeno de la educación.

En conclusión, la pedagogía es la ciencia que necesita el educador para sí mismo. Pero también debe poseer la ciencia para comunicarla. Allí es donde se acerca al dialectismo y donde su humanidad se funde con los intereses  del aprendiz, donde convergen las emociones y los sentimientos, donde el hombre encuentra su única morada: el conocimiento.

 

Hernán Mallama Roux



[1] HABERMAS, Jürgen. TEORÍA ANALITICA DE LA CIENCIA Y LA DIALECTICA. “Apéndice a la controversia entre Popper y Adorno”.

[2] Ibid. Pág. 92

[3] DILTHEY. Citado por ARISTIZABAL, Fanny en “Modelos Pedagógicos” Modulo 1. Capítulo 1. “La Historicidad de la Educación y de la Ciencia de la Educación”.


 
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